Sí. Lo pensamos muchas veces. Muchísimas.
Porque mantener un proyecto como KUMI no es fácil. Y aunque desde fuera todo parezca bonito, lo cierto es que hemos vivido momentos muy duros.
Nos han pasado cosas que duelen:
- Meses en los que no llegábamos a cubrir todos los gastos.
- Colaboraciones que prometían mucho… y no dieron nada.
- Acuerdos con tiendas que se cerraban, pero que en el último momento se caían.
Y cada vez que algo de eso ocurría, afectaba directamente al proyecto… y también a nosotros.
Porque KUMI no es una empresa con departamentos y estructuras. KUMI somos nosotros: Alexandra y Sergio. Y en este proyecto lo hemos puesto todo.
Y sí… estuvimos a punto de decir “hasta aquí.” Hubo días en los que el cuerpo no aguantaba, y la cabeza nos pedía rendirnos. Pero un día nos sentamos y nos hicimos la pregunta que lo cambió todo:
¿Qué queremos de verdad?
Queremos llegar a más personas.
Queremos acompañarte en momentos importantes de tu vida.
Queremos que cada vez más gente pueda caminar con nosotros.
Y para eso, teníamos que tomar una decisión valiente: bajar los precios.
Lo compartimos en un vídeo sincero, sin guion y sin filtros. Solo nosotros:
No fue una decisión fácil.
Seguimos fabricando en España, en una fábrica familiar.
Seguimos utilizando materiales reciclados, veganos, certificados.
Seguimos diseñando con intención y cuidando cada detalle.
Pero bajar precios implica asumir más esfuerzo. Menos márgenes. Más riesgo. Y aun así, sabíamos que era el paso necesario.
Y entonces pasó algo precioso: llegasteis vosotros. Recibimos decenas de mensajes que aún hoy nos emocionan:

Nos recordasteis por qué empezamos. Y por qué seguimos aquí.
Sí, bajamos los precios. Pero no bajamos nuestros valores. Ni la calidad. Ni la producción ética. Ni el cariño que ponemos en cada par.
KUMI sigue siendo la misma marca. Vegana. Artesanal. Hecha en España. Con alma. Con propósito.
Y si tú también crees que el mundo necesita marcas pequeñas, honestas y valientes…
gracias por estar aquí.
Gracias por no dejarnos rendir. Gracias por caminar con nosotros.
Porque, al final, ser un outstander es esto: no rendirte y perseguir tus sueños.